El pasado mes de septiembre fue el mes de la maduración del pistacho. Este fruto seco tan recomendable entre los deportistas por su alta cantidad de proteínas, se ha convertido un cultivo que desde hace algunos años está en pleno auge en España en general, pero especialmente en los campos manchegos, que acaparan el 77’6€ de su producción. Muchos son los agricultores que optan por estas plantaciones dada su rentabilidad y diversas explotaciones agrícolas apuestan por este cultivo tan rentable como complejo. Tanto es así que el centro de investigación más avanzado sobre el cultivo de este fruto seco, se encuentra en Castilla-La Mancha.
En la década de los 90, la superficie de plantaciones de pistacho era mínima, sin embargo, actualmente alcanza 29.000 hectáreas, en gran parte gracias a su potencial rentabilidad, ya que aún a día de hoy no hay producción suficiente de pistacho para atender la gran demanda del público. Si bien el consumo general de frutos secos está en aumento, en concreto el del pistacho ha traspasado todas los límites y hasta las barreras culturales en la cocina.
Pese a que hablamos de una plantación que se adapta a varios tipos de suelos, ya sean poco profundos, arenosos o calcáreos y que tolera tanto climas secos como temperaturas relativamente bajas en invierno, cultivar el pistacho no es un camino exento de problemas.
A las problemáticas habituales de cualquier otro cultivo, debemos sumarle otra. El agricultor no sólo debe preocuparse de cuándo sembrar el pistacho, cuándo y dónde plantarlo, y cuándo cosecharlo dependiendo de las condiciones climatológicas de temperatura y de humedad, sino que también debe añadir a sus preocupaciones la susceptibilidad del pistacho a sus depredadores. Una de las muchas razones que puede dificultar su cultivo y que es una de las causas por las que el pistacho es generalmente caro.
Un problema desgraciadamente común con el que se encuentran los propietarios de dichas plantaciones es la depredación de urracas, estorninos, cornejas y otros córvidos al fruto del pistacho. A menudo, bandadas enteras de estas inteligentes aves, bajan a alimentarte de los pistachos eligiendo siempre los más maduros y tirando al suelo el resto.
Como es comprensible, esta acción por parte de los córvidos produce un enorme destrozo en cada uno de los árboles pudiendo echar a perder prácticamente toda la cosecha y con ella, la dura labor en la que los agricultores invierten meses o años, con el fin de cultivar el preciado fruto seco.
En Juan Falcon podemos ofrecer la solución, como siempre, con métodos ecológicos y efectivos para ese gran problema. Sin el uso de pesticidas, ni otros productos contaminantes, sino con el vuelo de nuestras rapaces capaces de ahuyentar a las bandadas de las ya mencionadas aves, podemos impedir los graves daños a estos cultivos. En este caso, utilizamos las águilas de Harris, que son las únicas aves rapaces que cazan juntas, en manada, de la misma manera que los lobos, y por ello son más efectivas que otras especies de rapaces en cuanto a proteger los pistachos se refiere.
Kiko y Nene son dos ejemplares de águilas de Harris, hermanos de nidada que nacieron en casa hace 10 años. Desde entonces son inseparables y siempre trabajan juntos. Como un buen equipo, se reparten entre ellos la tarea de expulsar a las urracas del cultivo marcando así territorio de caza, lo cual obliga a las urracas a marcharse a otro lugar. Es increíble como las hurracas se comunican entre ellas dando la voz de peligro y avisando que el depredador está en el aire dando total efectividad a nuestro método que es por lo tanto una inversión muy beneficiosa y rentable para el agricultor.